La aventura de la propia vida es una empresa colectiva que va sobre explorar y participar juntos en la creación de un futuro que funcione para todos y para la sostenibilidad del planeta. Se trata de protagonizar procesos de cambio real y consciente para ofrecerlos al mundo ¡y solo está en cada uno de nosotros poder hacerlo!.
Gracias a nuestra amplitud de consciencia vamos aprendiendo a vivir desarrollando:
- Fortaleza: el miedo cambia definitivamente su cara y ahora nos da más miedo mostrarnos como seres insensibles que como seres vulnerables, pues reconocemos que el sufrimiento es algo natural y necesario en un mundo en continuo cambio y evolución.
- Claridad: vivimos nuestra propia vida como depositaria de un sentido individual que impacta en el destino colectivo del mundo.
- Valentía: ya que la vida está necesitada de la expresión de nuestros dones, ésta pasa a ser un camino guiado por nuestro compromiso y el cuidado hacia el resto de los seres.
- Apertura: al trascender nuestra mente los viejos miedos y expectativas, todas las preocupaciones inútiles basadas en una idea errónea de separación que socavaron nuestra verdadera capacidad de amar, desaparecen dejándonos un espacio libre para lo nuevo, trayéndonos ligereza y alivio.
- Coherencia: nuestro comportamiento refleja que la vida es una oportunidad para desarrollar nuestra creatividad al vivir nuestra vocación.
- Astucia: reaprendemos las cosas más simples y esenciales que hemos olvidado en el marco de una cultura altamente tecnológica y abstracta. Aceptamos con gracia la disminución que resulta de este proceso de saber que menos es más.
- Vigilancia: vivimos con la ética de esa responsabilidad compartida desde la que no separamos más lo interno de lo externo; lo mío de lo tuyo, momento a momento.
- Creatividad: no nos limitamos a vivir acríticamente las fantasías de los demás sino que haciendo uso de nuestra consciencia, creamos la nuestra propia, desde un sentido de conexión con todo lo viviente.
- Paciencia: nos recordamos una y otra vez lo que hemos aprendido hasta convertirnos en el ejemplo de una vida basada en la sencillez de vivir esencialmente.
- Madurez: asumimos los tropezones en el camino de nuestra evolución haciendo del instante presente la única realidad de la vida, rindiéndonos al flujo de esa totalidad más grande que yo mismo que es la vida.
- Compasión: puesto que la vida deja de ser algo privado, entregamos nuestros propios dones, conocimientos y transformación a la totalidad de toda la creación a través de acciones cooperativas porque todo lo que es bueno para cada uno de nosotros, es bueno para el mundo.
SEAMOS ECOLÓGICOS: UNA COMIDA CON SIMPLICIDAD CONSCIENTE
Comenzamos esta práctica con el conocido ejercicio de la pasa de Mindfulness. El ejercicio consiste en comer una pasa de la siguiente manera:
Pon la pasa en la palma de tu mano, obsérvala unos momentos como si fueras un extraterrestre que acaba de llegar a la Tierra y que hambriento, no sabe si lo que tiene entre manos es o no comestible. Mírala con un sentido de curiosidad y asombro, pues es la primera vez que ves una pasa.
Siente su textura en la mano y fíjate en el amplio abanico de colores y tonalidades, en cómo incide la luz en sus pliegues.
A continuación huélela durante un rato.
Después, acércatela a los labios, siendo consiente del lento movimiento de la mano al acercar el alimento a la boca y de cómo salivas al anticiparse tu mente y tu cuerpo a la acción de comer.
Pon la uva pasa en los labios, pásala por ellos, casi sin rozarlos, ¿cómo notas su piel en los labios?.
Luego pon la uva dentro de la boca, siéntela en la lengua. Mastica muy despacio, experimentando realmente el acto de masticar una sola uva pasa.
Cuando te sientas preparado para ingerirla, presta atención al proceso, experimenta con plena conciencia el impulso de tragar, intenta sentir como pasa por la garganta y recorre el camino hacia el estómago.
Reflexiona sobre la capacidad nutritiva de una pasa que es consumida de esta forma y estate abierto a lo que te llegue, a cualquier pensamiento o sentimiento que te venga, abriéndote a la sorpresa.
Ahora puedes continuar el ejercicio con la siguiente meditación. La intención es usarlo como una excusa para trascender y viajar más allá del mundo físico de las sensaciones, de la dualidad dentro-fuera, hasta evidenciar la Unidad esencial de la vida subyacente que emerge si proseguimos con la cadena de sucesos interconectados a la experiencia:
Cuando hemos tragado la pasa y hemos atendido de este modo a todo el proceso anterior, cerramos los ojos por unos segundos para comprender que ahora, en virtud de su ingestión, estamos unidos a todos los seres que han participado en el proceso por el que esa pasa forma ya parte de nosotros.
· Visualizamos desde los transportistas, empaquetadores, recolectores, campesinos, etc.
· Más allá de ellos sentimos que ahora también estamos unidos a la parra de la que procede la uva, a todo los seres vegetales que pertenecen al substrato adyacente, al bosque, a sus criaturas, a toda la Tierra…
· Comprendemos que pasa y cuerpo, se han unido por siempre a través de la experiencia de la comida. Ahora sabemos que comer es un acto de verdadero intercambio y comunión. Cuando la pasa nos nutre así, actuando desde su singularidad esencial, su vida tiene un sentido de cuidado que actualiza la responsabilidad compartida propia de la Unidad y nutre a todo el sistema de la Vida.
· Ahora, completando esa red de interconexión en la que cada ser tiene un papel único, nosotros se lo agradecemos y la honramos siendo conscientes de la energía que nos aporta y de los actos de nuestra vida que va a iluminar.
· Cerramos el ejercicio dedicando unos momentos a reflexionar sobre el significado sagrado de la comida; esa comunión y significado profundos que acabamos de experimentar y que evidencia la interconexión de todos seres en su estado esencial de Unidad.
· Finalmente os pedimos que creéis una pequeña y sencilla oración o poema con la motivación de que os sirva para honrar las diferentes comidas del día. La escribiremos, y antes de comenzar a comer la leeremos ante nuestros compañeros de comida (si es que comemos en compañía) o nos la diremos a nosotros mismos (si estamos solos).
Anímate a aprovechar las distintas comidas que haces a lo largo del día para prestar atención a los alimentos que ingieres y al acto en sí mismo de comer, insistiendo sobre todo en la segunda parte de este ejercicio. Comprende que cada comida nos proporciona la oportunidad de practicar la Unidad en varios momentos a lo largo del día de forma natural y sencilla, y por tanto, son momentos preciosos para ir cultivando un cierto sentido de lo que verdaderamente somos.
Extracto del Capítulo 2 del Libro “SIMPLICIDAD CONSCIENTE”, Cruz Mañas y Lama Wangjor, ediciones ODEÓN, (Málaga, 2020)
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